Servicio de Salud compra servicios de radioterapia en Argentina por saturación de la red pública.

En Chile, aproximadamente 60 mil personas reciben un nuevo diagnóstico de cáncer cada año. De este grupo, se estima que entre el 40% y el 50% requerirá radioterapia como parte de su tratamiento para combatir la enfermedad. Esto implica la necesidad de contar con la capacidad para irradiar a más de 20 mil personas anualmente.
Sin embargo, la realidad actual dista considerablemente de esta necesidad. En 2018, diversas organizaciones de la sociedad civil, la academia y las autoridades sanitarias se unieron para impulsar el Plan Nacional del Cáncer. En ese momento, la situación del tratamiento oncológico en Chile era desafiante, con tan solo 17 máquinas de radioterapia disponibles en el sector público, mientras se estimaba que se requerían al menos 45.
Según Bruno Nervi, director del Centro para la Prevención y el Control del Cáncer (Cecan) y presidente de la Fundación Chile sin Cáncer, desde entonces, el aumento en el número de máquinas ha sido mínimo, llegando aproximadamente a 20, es decir, la mitad de lo necesario. La falta de capacidad es especialmente crítica en las regiones del sur, norte y centro del país, siendo menos compleja en la Región Metropolitana.
En el extremo sur, la situación es aún más complicada, ya que actualmente solo Valdivia cuenta con un centro de radioterapia en toda la macrozona sur. Esto obliga a que pacientes de Temuco y Puerto Montt, tanto del sistema público como privado, deban trasladarse a Valdivia para recibir tratamiento.
Ante esta problemática, el Servicio de Salud del Reloncaví, que abarca zonas como Osorno, Puerto Montt y Chiloé, firmó un convenio con el Instituto de Tecnologías Nucleares para la Salud (Fundación Intecnus) de Bariloche, Argentina. En virtud de este acuerdo, Fonasa financiará el traslado y tratamiento de aproximadamente 40 pacientes que recibirán radioterapia cada mes en Bariloche, con un costo mensual cercano a los $150 millones.
Alejandro Menant, coordinador de Servicios Médicos de Intecnus, explicó que la falta de centros de radioterapia en la zona obliga a los pacientes a viajar largas distancias, y los centros existentes en Concepción, Talcahuano o Santiago están saturados, destacando la importancia de este convenio para brindar
atención a quienes lo necesitan.
Algunos especialistas expresan su preocupación, argumentando que la autoridad sanitaria no ha agotado todas las opciones de tratamiento dentro del país. Moisés Russo, radioterapeuta de la Fundación Arturo López Pérez y exjefe de la Comisión Técnica de Drogas de Alto Costo del Ministerio de Salud, sugiere que estos tratamientos podrían licitarse al sector privado en Chile, permitiendo que los pacientes permanezcan en el territorio nacional. Russo también destaca la posibilidad de atender a estos pacientes con horarios extendidos en el centro de radioterapia de Valdivia, o en centros privados de radioterapia en Santiago, manteniéndolos en su país y garantizando la calidad del servicio, como exige la ley.
A pesar de que Bruno Nervi, director del Centro para la Prevención y el Control del Cáncer (Cecan), señala que es preferible que los pacientes reciban tratamiento en Bariloche en lugar de no recibirlo, también destaca que esta estrategia no resuelve el problema subyacente. Irradiar a una persona implica un enfoque interdisciplinario que podría ser más efectivo si se implementara dentro del país. Además, cuestiona la viabilidad económica y la seguridad de irradiar a pacientes en otro país, sugiriendo que no se han explorado todas las estrategias para ofrecer servicios de radioterapia dentro de Chile.
El problema emocional en los pacientes.
Marcos Tapia, jefe de Radiología Intervencional del Hospital de Temuco, argumenta que la falta de consideración hacia el paciente es evidente en esta situación. Destaca la importancia de que el tratamiento oncológico sea lo más cercano posible al lugar de residencia del paciente, con un acompañamiento y seguimiento adecuados para superar la enfermedad.
Jaqueline Saldías, una paciente de Puerto Varas que se desplazó a Bariloche para recibir radioterapia, comparte su experiencia. Aunque reconoce la oportunidad de recibir tratamiento, también destaca las complejidades emocionales asociadas con estar lejos de su red de apoyo. Su testimonio resalta la falta de opciones para completar el tratamiento en su país y subraya los desafíos emocionales que enfrentan los pacientes en estas circunstancias.
«El tratamiento oncológico no es nada fácil. Requiere de mucha contención familiar, cuidados especiales, estar cerca de tu zona de confort para saber dónde acudir ante cualquier cosa que pueda ocurrir. Si bien es una oportunidad porque estoy recibiendo el tratamiento, a la vez es también complejo. Cuando necesitas que te abrace un hijo o que te dé la mano tu pareja, como fue en el resto del tratamiento, y él no está acá, ha sido difícil”. lamenta Jaqueline.
Por su parte, Russo agrega: “Ninguno de los organismos chilenos tiene forma de fiscalizar y asegurar la calidad de los tratamientos. El AUGE da garantía de oportunidad, es decir, en un tiempo determinado de atención, pero también está la garantía de calidad”, ya que los centros de radioterapia tienen que pasar por una serie de acreditaciones.